Estamos en cuaresma y es tiempo de potaje. Este plato se conoce también como garbanzos de viernes ya que estaba presente todos los viernes de cuaresma en la mayoría de las casas. Es un plato único exquisito que se puede comer durante todo el año.
Yo lo suelo hacer con garbanzos de bote y muchas veces con acelgas o espinacas congeladas, lo que tenga en casa. Si preferís podéis cocer vosotros los garbanzos y luego guisarlos. Hay que tener la previsión de poner a remojo la noche anterior y luego hay que cocerlos. Yo me hecho bastante cómoda y prefiero abrir un bote.
El bacalao lo podemos poner a remojo, si son migas se descongelan en un día. También lo podéis comprar desalado.
Cocemos las espinacas y guardamos el agua de la cocción. Doramos los ajos y la cayena y lo sacamos del aceite. En ese mismo aceite freímos las rebanadas de pan y las machacamos con el mortero y reservamos.

Pochamos la cebolla finamente cortada junto con la hoja de laurel. Incorporamos las espinacas y los garbanzos bien aclarados con agua. Agregamos el tomate frito, el comino y el pimentón y cubrimos con agua. Dejamos que hierva y añadimos el pan que hemos frito y machacado para que espese el guiso, el azafrán, un poco de pimienta recién molida y rectificamos de sal.
Justo antes de servir incorporamos los huevos duros picaditos o machacados con un tenedor.
