Esta receta es un clásico en mi casa. Mi madre la aprendió de mi abuela. Así guisaban muchas veces los pollos de corral. Se solían comer los días de fiesta. Pero eso ya queda muy lejos y ahora tenemos la suerte de poder disfrutar de la carne de pollo cualquier día. Es sana, muy versátil y además bastante económica.
En una cazuela grande ponemos aceite y doramos los dientes de ajo. Los sacamos y freímos las rebanadas de pan. Las machacamos bien en el mortero junto a los ajos.
Salpimentamos el pollo y lo doramos. Para que quede bien dorado no ponemos todo en la cacerola a la vez, lo hacemos en dos o tres tandas y lo reservamos colocándolo en un plato.
Quitamos el exceso de aceite y pochamos la cebolla cortada en juliana. Cuando la cebolla esté transparente añadimos las almendras machacadas para que el guiso espese y coja consistencia.
Introducimos el pollo en la cazuela, lo regamos con el vaso de vino, incorporamos las yemas de huevo trituradas. Dejamos que se vaya evaporando el alcohol. Añadimos otro vaso de agua y cuando hierva el sobre d azafrán.
Dejamos que cueza a fuego hasta que esté tierno. Si fuera necesario le vamos agregando un poco más de agua.